miércoles, 9 de enero de 2008

PARA SER PRESIDENTE EN CHILE

No se escucha todavía en este país, en las áreas de la administración y en los manejos del Estado, decir por quienes son propuestos para determinados cargos "no tengo las aptitudes" o "carezco de idoneidad". Esa lección de honestidad y de estatura ética aún no se oye. Enrique Santos Discépolo, el creador de Cambalache, sigue teniendo mucha razón en la centuria que cursa, sus versos son fuertes para marcar a quienes se encaraman o acortan camino. Los fraudulentos fueron señalados a fuego en la ya clásica citada creación.
Siempre he creído que quien alcanza la Primera Magistratura de una nación ha de ser una persona brillante, excelsa, dotada de las condiciones que le permitan ejercer notablemente el cargo, cualquiera sea su signo. Si se observa el espectro mundial la decepción es la norma. Chile no escapa actualmente a este funesto patrón. Se ha olvidado aquello de el mejor entre sus iguales. Santos Discépolo sigue vigente.
Alcanzar el honor o el poder a cualquier precio es parte de la descomposición moral que socava a la sociedad moderna.
Hay quienes en el campo de las artes se postulan poetas, y muchas veces sus escritos no pasan de ser simples boleros, el pudor es otro olvido.
Que las apariencias engañan ¡qué duda cabe!. En el mundo de la publicidad no todo lo que brilla es oro, pero parece. En las justas político-electorales gana el que más aparenta. Los dolores vienen después, para el que eligió y también para el elegido.
Lo vemos hoy, lo que se evidencia es la ineptitud de muchos que ocupan cargos. Una solución para estos casos sería la revocabilidad de los mandatos, pero es de alto costo moral (también económico...) imponerse a sí mismos esa sentencia. Hoy renuncian ministros, pero no hace lo mismo quien los ha nombrado. Abdican y no dicen porqué realmente lo hacen. Orillar es parte de la idiosincrasia.
Vivimos en el mundo del decir y no hacer. El apóstol José Martí sentenció justamente que la mejor forma de decir es hacer. Otro grande como él dijo que no hay teoría sin práctica. Hay necesidad de oír y seguir a los maestros.
El cargo presidencial no se improvisa, tampoco el de sicólogo, plomero, médico, piloto de avión o educador. "A la chilena" los resultados siempre serán fatales.
Tener o no "dedos para el piano", metáfora de la calle, es casi un principio vocacional y, sobre todo ético a tener en cuenta al momento de elegir representantes, y por éstos antes de presentarse a una justa electoral o previamente a ser nominados para cualquier cargo de responsabilidad pública.
Dejo para otra ocasión las imágenes "pastelero a tus pasteles" y , "a quien le venga el sayo que al menos se lo pruebe".

ENERO, 2008

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