sábado, 24 de noviembre de 2007

EN CHILE SE ROBARON EL FERROCARRIL

Es posible que millones de chilenos hayan visto el programa de televisión que hace unos días dejó en evidencia un nuevo caso de latrocinio en el país, algo ya se sabía. Esta vez 1200 millones de dólares están concretamente perdidos. Eran los recursos para reinstalar en el territorio ese patrimonio nacional llamado Ferrocarriles del Estado, una urgente necesidad en un país longitudinal como este. Es un nuevo caso de estafa pública. Estos hechos no terminan de suceder, y crece la irritación nacional que producen. Con candidez la población chilena creyó que luego de la feroz dictadura, que asesinó y robó, vendrían mejores tiempos de justicia y decencia.

Nada de estos valores existen, se han instalado nuevas mafias en todos los poderes del Estado.

La delincuencia de cuello y corbata hace de las suyas. Se preguntarán los lanzas, malandros, y los estafadores de medio pelo de este país, ¿Con qué autoridad moral nos encarcelan si esos otros hacen lo mismo y andan libres? La delincuencia no podrá ser frenada ni con más policías ni con más medios motorizados que el gobierno cada cierto tiempo hace alarde a través de su propaganda. La delincuencia está desatada en todos los niveles.

El país ha caído en un estado de indefensión total. Desfilan militares asesinos por los tribunales de justicia, y ministros, presidentes y otros funcionarios por las comisiones parlamentarias investigadoras para llegar a nada. Todos salen como blancas palomas. El pueblo no logra dar con sus propios mecanismos de autodefensa ante tanta corrupción.

El escarnio de las pensiones y salarios mínimos o misérrimos colma la paciencia de un pueblo que tiene que decir basta. No hay que permitir que los ingentes recursos estatales acumulados en bancos extranjeros esperen por nuevos ladrones.

Pero no sólo delincuencia es lo que nos afecta, en los servicios se ha instalado un hato de burócratas apoltronados que viven en reuniones y comisiones con resultados inútiles para la gente que requiere soluciones a sus urgentes necesidades. Jefes y funcionarios viven de espaldas a las urgencias del pueblo, salvo muy escasas excepciones. La mediocridad en el hacer es ya una institución, una costra purulenta.

Hoy los herederos del dictador deben responder ante el país y la justicia, y devolver todo lo robado.

¡Qué país ! Esta es la herencia ética para las generaciones futuras.

No hay ferrocarril, no existen educación ni salud de calidad. No hay democracia real. Hace falta una gran purga moral desde la raíz de la sociedad.

Ya no basta una protesta o una simple reclamación, hay que ir más al fondo con las acciones justas y muy legítimas de todo un pueblo burlado, estafado, zaherido y hastiado de mentiras y de saqueos a su patrimonio material y moral.

CHILE, OCTUBRE 5 de 2007.

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